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Mendoza frente al desafío minero: presente, tensiones y oportunidades de desarrollo sostenible

Introducción: un recurso estratégico en debate

La minería ha sido históricamente un tema de debate en Mendoza. Mientras provincias vecinas como San Juan, Catamarca o Salta avanzan con proyectos de gran escala en cobre, oro y litio, Mendoza mantiene una relación más cautelosa, marcada por su tradición vitivinícola, agrícola y turística. Sin embargo, la creciente demanda global de minerales críticos para la transición energética ha vuelto a poner en agenda la necesidad de definir una estrategia clara para el desarrollo minero mendocino.
Hoy, el desafío consiste en encontrar un equilibrio entre la protección del medio ambiente, la licencia social y la atracción de inversiones que permitan aprovechar el potencial geológico de la provincia.
Marco regulatorio: la Ley 7722 y sus implicancias

En 2007, Mendoza sancionó la Ley 7722, que restringe el uso de sustancias químicas como cianuro y ácido sulfúrico en la minería metalífera. Esta norma, impulsada por la presión social, se convirtió en un símbolo de protección ambiental, pero también limitó el desarrollo de proyectos de envergadura.
En 2019, la Legislatura aprobó una reforma que flexibilizaba su aplicación, aunque las protestas sociales masivas forzaron la derogación inmediata. Desde entonces, la 7722 sigue siendo un punto de tensión: para algunos sectores, un freno al progreso; para otros, una garantía de sostenibilidad.
En este contexto, el gobierno mendocino ha impulsado alternativas de consenso, como la minería no metalífera (cal, bentonita, yeso, potasio, entre otros) y la exploración de proyectos estratégicos bajo estrictos controles ambientales.
Potencial geológico de Mendoza

Mendoza posee un subsuelo con altísimo potencial minero aún no desarrollado en toda su magnitud:
- Cobre: clave para la transición energética. Proyectos como San Jorge (Uspallata) y Hierro Indio (Malargüe) han estado en discusión por años.
- Potasio: el yacimiento Río Colorado, ubicado en Malargüe, es uno de los más grandes de Sudamérica. Su reactivación permitiría abastecer mercados agrícolas globales.
- Oro y plata: existen áreas exploradas con perspectivas, aunque sin habilitación para avanzar en explotación bajo el marco vigente.
- Litio: si bien Mendoza no pertenece al núcleo del “Triángulo del Litio”, cuenta con salares explorables en el sur provincial.
Según estudios del SEGEMAR (Servicio Geológico Minero Argentino), Mendoza forma parte de la faja metalogénica andina, con condiciones comparables a las regiones mineras más competitivas de Chile y Perú.
Avances recientes y señales de apertura

Durante 2023 y 2024, Mendoza dio pasos importantes hacia un modelo de minería responsable y diversificada:
- Hierro Indio: en Malargüe, fue el primer proyecto aprobado tras la reglamentación de la Ley 7722. Se orienta a la producción de hierro para la industria siderúrgica.
- Potash Río Colorado: la provincia busca socios estratégicos internacionales para reactivar la producción de potasio, un insumo clave para fertilizantes en un contexto de creciente demanda alimentaria global.
- Exploración de cobre: se discuten alternativas para habilitar proyectos bajo nuevas metodologías de gestión ambiental, aprovechando tecnologías de bajo impacto.
- Mesa de diálogo minero: el Gobierno provincial promueve instancias de participación con universidades, cámaras empresariales y comunidades para construir consensos.
Estos avances se alinean con la estrategia nacional de diversificar la matriz exportadora argentina y captar inversiones en minerales críticos.
Impacto económico potencial
El desarrollo de proyectos mineros estratégicos en Mendoza podría generar:
- Inversiones iniciales superiores a USD 2.000 millones en la próxima década.
- Creación de 20.000 puestos de trabajo directos e indirectos, dinamizando economías regionales como Malargüe, San Rafael y Uspallata.
- Incremento de exportaciones: el cobre y el potasio podrían convertirse en los principales productos de exportación de la provincia, complementando al vino y la agroindustria.
- Infraestructura y logística: la minería suele ser motor de obras de transporte, energía y comunicaciones que luego benefician a otros sectores.
Tensiones sociales y ambientales
El principal obstáculo sigue siendo la licencia social. En Mendoza, la opinión pública se encuentra dividida:
- Sectores opositores temen impactos sobre el agua, recurso vital en una provincia semidesértica.
- Sectores favorables argumentan que con control estatal, tecnologías limpias y transparencia, la minería puede convivir con la agricultura y el turismo.
La clave estará en construir confianza a través de procesos participativos, monitoreos públicos y beneficios tangibles para las comunidades locales.
Comparación con otras provincias
Mientras Mendoza debate, provincias vecinas avanzan con proyectos de gran escala:
- San Juan: líder nacional en minería metalífera, con proyectos de oro y cobre activos.
- Catamarca y Salta: epicentro del litio argentino, con inversiones millonarias de empresas internacionales.
- Neuquén: combina hidrocarburos (Vaca Muerta) con proyectos de potasio.
La diferencia radica en el consenso político-social y la claridad regulatoria. Mendoza tiene recursos comparables, pero aún carece de un marco que brinde previsibilidad a los inversores.
Oportunidad en el marco de la transición energética
La transición hacia energías limpias, movilidad eléctrica y digitalización global ha disparado la demanda de minerales críticos como el cobre, el litio y el potasio. Mendoza podría insertarse en esta cadena global como un proveedor confiable, siempre que logre articular su potencial con estándares internacionales de sostenibilidad.
La provincia cuenta además con ventajas estratégicas:
- Cercanía a los puertos chilenos del Pacífico.
- Mano de obra calificada en ingeniería y geociencias.
- Tradición exportadora consolidada en otros sectores.
Conclusión: hacia un modelo mendocino de minería responsable
La minería en Mendoza se encuentra en un punto de inflexión. Entre la presión por diversificar la matriz productiva y la necesidad de cuidar recursos sensibles como el agua, la provincia tiene la oportunidad de diseñar un modelo propio, que combine inversión, innovación y sustentabilidad.
Si logra construir consensos sociales y un marco regulatorio moderno, Mendoza podrá sumarse al mapa internacional de los minerales estratégicos, generando desarrollo económico sin renunciar a su identidad productiva.
La próxima década será decisiva: la minería puede convertirse en una nueva columna vertebral de la economía mendocina, complementando al vino, el turismo y la agroindustria.